Miró por última vez la cara de aquél hombre que tanta dicha y
desgracia le había traído; sus ojos estaban hinchados, y su barba era de tres
días, lo que le hacía más atractivo aún. Pasó la mano por los cabellos de él,
revolviendo sus cortos mechones cómo cuándo acababan de hacer el amor. Los labios le temblaban y para ella era difícil
contenerse a estampar de nuevo su boca contra la de él, buscándole. Se miraban cómo
desconocidos, se amaban cómo los personajes de esas películas que a él tanto le
gustaban, en blanco y negro, hombre con pipa, mujer de cabaret. Ninguno quiere
derrumbarse, prometieron ser fuertes, prometieron olvidarse, y nadie sabe si lo
conseguirán. Los te quiero ya no son
válidos, ella no dio la opción a quedarse, él no se lo pidió. Es el amor que
mata de un golpe, pero se recompone con un poco de alcohol.
Y en aquella vía del tren dónde María cogió rumbo a
Barcelona, sin billete de vuelta, dónde el mismo azar hizo que no se olvidara
el uno al otro, y os preguntareis, ¿de qué manera? Fácil; metiendo a dos
personas en la vida de ambos que, sin querer, no fueron ni la mitad de buenos
que sus grandes amores.
* Me
*MCH
Es increible. Me ha encanto, diooos<3
ResponderEliminarMuchas gracias !
ResponderEliminarMe encanta, como todos tus relatos.
ResponderEliminar¡Es genial!