lovely, you are lovely.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Siete meses después.


Él.
Ven, venga acércate. Te he echado de menos durante tanto tiempo. Sí, lo sé, perdona por no llamarte pero creo que si hubiera escuchado tu voz me hubiera ido de esa cama. ¿Qué si estaba vacía? No, princesa, no estaba vacía. ¿Qué esperabas? Te fuiste con otro, con el dichoso hombre del cabello rubio y la cartera llena, y yo, que soy un simple periodista que se apaña con lo que puede no era suficiente, ¿no? ¡Cómo que soy un cabrón! Y tú una amargada, una caza fortunas, una… mira mejor no lo digo. Después de siete meses me llamas, solamente me dices <Hola> con esa voz que me hace imaginarte sonriendo, temblorosa, una cobarde haciéndose la valiente. Y me recorro medio país buscando a la mujer de mi vida, esa que me abandonó por una mansión, servicio doméstico y casa en la playa, ¡ah sí!, y un hombre que no se puede clasificar como tal, y me dice que soy un cabrón por acostarme con otras. Pero lo peor  es que te quiero, me hundes en la más remota oscuridad, creo que si me hubiera metido en las drogas hubiera sido un poco menos adictivo. ¡No sonrías! Bueno… mejor no dejes de hacerlo. ¿Pero porque haces lo contrario de lo que te digo? Sí, princesa, sí, sé lo que quiero. ¿Y tú? A mí, ¿Qué me quieres a mí? Pero quiero un a mí presente o un a mí futuro. ¿Cómo que no me entiendes? Que si quieres un polvo esta noche y el sábado que viene, o que si quieres que te haga el amor todas las noches de mi vida hasta cansarme, hasta morir debajo de tu ombligo.
Ella.                                 
Pero, ¿tú eres tonto? Sí, vale, es cierto que ya lo sabía.  Te quiero a ti por la noche, haciéndome volverme loca, y por las mañanas dándome un beso en la frente. Quiero un nosotros en tu moto dando vueltas por el mundo, por el mar. ¡No me saltes con la tontería de que las motos no van por el mar! Pues te haces una moto especial para ti y para mí, que nade y vuele, y si hace falta cambie de color para que conjunte con mi estado de ánimo.  Quiero conducir tu moto.  ¿Cómo que no me dejas? Sí, si me dejas. Las dos cosas que más quieres en el mundo juntas. ¡No! No hablaba de tu madre. ¡No! Tampoco de tu camiseta favorita que, por cierto, deberías tirar. ¡Eres idiota! Claro que no hablo de la rubia potente que te has tirado esta mañana… ¡Espera! ¿Está mañana? ¡¿Sabes que te odio?!
Él.
¿Por qué te pones celosa?  Sí sabes que eres lo más bonito que tengo… ¡No digas tacos, víbora! Sí, si me rio. Una señorita de tu posición diciendo guarradas por la boca. ¡Que no me odies! ¡Yo-te-quie-ero! ¿Entiendes? Pero… pensaba que… ¡No te rías tú! No me copies, poca imaginación.  A ti te voy a llevar yo hasta el cielo esta noche, venga, vayámonos a la habitación. No, no soy un enfermo del sexo, no.  ¡Pero si lo estas deseando! Ai, pequeña, prepárate, que son siete meses sin tocarte. Te quiero, ¿Qué? No, no… ¡Yo más! ¿Qué cuanto? Infinito y vuelta.

2 comentarios: