Él.
Ven, venga acércate. Te he echado de menos durante tanto
tiempo. Sí, lo sé, perdona por no llamarte pero creo que si hubiera escuchado
tu voz me hubiera ido de esa cama. ¿Qué si estaba vacía? No, princesa, no
estaba vacía. ¿Qué esperabas? Te fuiste con otro, con el dichoso hombre del
cabello rubio y la cartera llena, y yo, que soy un simple periodista que se
apaña con lo que puede no era suficiente, ¿no? ¡Cómo que soy un cabrón! Y tú
una amargada, una caza fortunas, una… mira mejor no lo digo. Después de siete
meses me llamas, solamente me dices <Hola> con esa voz que me hace
imaginarte sonriendo, temblorosa, una cobarde haciéndose la valiente. Y me
recorro medio país buscando a la mujer de mi vida, esa que me abandonó por una
mansión, servicio doméstico y casa en la playa, ¡ah sí!, y un hombre que no se
puede clasificar como tal, y me dice que soy un cabrón por acostarme con otras.
Pero lo peor es que te quiero, me hundes
en la más remota oscuridad, creo que si me hubiera metido en las drogas hubiera
sido un poco menos adictivo. ¡No sonrías! Bueno… mejor no dejes de hacerlo.
¿Pero porque haces lo contrario de lo que te digo? Sí, princesa, sí, sé lo que
quiero. ¿Y tú? A mí, ¿Qué me quieres a mí? Pero quiero un a mí presente o un a
mí futuro. ¿Cómo que no me entiendes? Que si quieres un polvo esta noche y el
sábado que viene, o que si quieres que te haga el amor todas las noches de mi
vida hasta cansarme, hasta morir debajo de tu ombligo.
Ella.
Pero, ¿tú eres tonto? Sí, vale, es cierto que ya lo
sabía. Te quiero a ti por la noche, haciéndome
volverme loca, y por las mañanas dándome un beso en la frente. Quiero un
nosotros en tu moto dando vueltas por el mundo, por el mar. ¡No me saltes con
la tontería de que las motos no van por el mar! Pues te haces una moto especial
para ti y para mí, que nade y vuele, y si hace falta cambie de color para que
conjunte con mi estado de ánimo. Quiero
conducir tu moto. ¿Cómo que no me dejas?
Sí, si me dejas. Las dos cosas que más quieres en el mundo juntas. ¡No! No
hablaba de tu madre. ¡No! Tampoco de tu camiseta favorita que, por cierto,
deberías tirar. ¡Eres idiota! Claro que no hablo de la rubia potente que te has
tirado esta mañana… ¡Espera! ¿Está mañana? ¡¿Sabes que te odio?!
Él.
¿Por qué te pones celosa?
Sí sabes que eres lo más bonito que tengo… ¡No digas tacos, víbora! Sí,
si me rio. Una señorita de tu posición diciendo guarradas por la boca. ¡Que no
me odies! ¡Yo-te-quie-ero! ¿Entiendes? Pero… pensaba que… ¡No te rías tú! No me
copies, poca imaginación. A ti te voy a
llevar yo hasta el cielo esta noche, venga, vayámonos a la habitación. No, no
soy un enfermo del sexo, no. ¡Pero si lo
estas deseando! Ai, pequeña, prepárate, que son siete meses sin tocarte. Te
quiero, ¿Qué? No, no… ¡Yo más! ¿Qué cuanto? Infinito y vuelta.
Me encanta. Es, es... ME ENCANTA.
ResponderEliminarJo, muchas gracias, enserio.
ResponderEliminarMuchas muchas (L)