lovely, you are lovely.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Ahora la tentación pinta cuadros.

- Sé mi musa.
Un loco borracho se acercó a Julia, que venía agotada de las clases de verano. Una verdadera putada eso de haber suspendido tres. Tenía 16 años y su verano parecía cómo el de una persona de 90 años. Aburrido, monótono y muy sano. Y eso que ella quería haberse desmadrado, haberse ido al pueblo de sus primas, o el de su amiga Helena y beber cómo loca, bailar en alguna de esas discotecas cutres con carpa blanca. Quería olvidarse del curso, de los problemas con sus padres y el idiota de su ex. Pero este año los estudios se habían descontrolado, y acabó con Historia, Matemáticas y Física suspensas. Y ahora a pasar los tres meses más esperados haciendo lo mismo que haría en el curso. Nada.
El borracho volvió a repetirla la frase, y más cerca.
- Sé mi musa, por favor.
- ¿Estas borracho?- pero Julia, que era muy detallista, se dio cuenta de que aquel hombre no olía a alcohol.
- De la magia que desprenden tus caderas, monada.
- Menudo bohemio- se mofó ella-, estamos en el siglo XXI, cielo, deberías ponerte al día.
¿por qué Julia hablaba con desconocidos? Porque llegar a casa sería una absoluta tortura. Casa vacía, todo apagado, padres trabajando, amigas llamándolas con música y fiestas de fondo. Y ella tirada en el sofá viendo películas antiguas en blanco y negro, últimamente la había dado con las de Marilyn Monroe, para celebrar su 50 aniversario, esta noche tocaba Con faldas y a lo loco. Debía comprar helado para esta noche, lo apuntó en la cabeza.
- Estoy al día, pequeña, pero que quiero vivir en la poesía.
- Bueno, Bécquer del siglo XXI, me voy a casa. Sé feliz en tu pequeño cuento.
- Gente con tu mentalidad hace que al mundo se le pudra el amor- gritó al cielo.
- Sí, pero el mundo ahora necesita plantaciones, soluciones contra el cáncer y centros de rehabilitación, no hay tiempo para el amor. 
- Venga, ven a mi piso y charlemos un rato. 
- ¿De qué? ¿Vamos a hablar del amor?
- También podemos hacerlo.
Alarma. Julia se pone en guardia. Se le eriza el vello y aprieta los puños, sus ojos se alertan y hace un movimiento felino. Ante el peligro siempre actúa igual, cómo si se hubiese criado en la selva. Bueno, en la casa en la que se crió era parecido a una selva. Analizó la situación, pues eran las nueve de la noche y aunque la luz aun era clara, podía anochecer de repente. El bohemio salido tendría por los menos los 25 aunque no pasaría de los 30 y de repente vio sus ojos y... y... y cómo milagro de la vida. Se relajó.
En los normalmente corrientes ojos miel de su bohemio no había peligro. Había mofa. No amaba la poesía, lo supo en cuanto vio el periódico que llevaba en la mano, un amante de la poesía no quiere enterarse de lo que pasa a su alrededor.
- ¿Cual es tu nombre?
- Roberto, ¿y el tuyo, diosa de mi monte? 
- Julia. 
- Oh, Julia. Cómo aquella canción de Beethoven. - ERROR.- Adoro tu nombre.
- Para Elisa, la canción era para Elisa, y no es de Mozart, inculto, era de Beethoven. Y ahora me vuelves a intentar demostrar que te gusta la poesía, cuándo apenas conocerás a Keat, Bécquer,o Lorca, y sólo porque son los que te enseñaron en el colegio. Aunque...- le miró de arriba a abajo- dudo que hayas asistido a uno.
- Vale. - se carcajeó.- No tengo ni idea de poesía, y de música clásica tampoco, pero si quiero que seas mi musa.
- Musa es algo diferente a puta, aunque no le veo muy puesto en el tema.
- Eso lo tengo muy entendido. ¿Quiere venir a mi piso a ver a que me refiero?
- Mi madre siempre me dice que no ande con desconocidos.- dijo Julia con una sonrisa de suficiencia.
- En lo desconocido está la magia. ¿Sabes de quién es la cita?
Julia negó con la cabeza.
- Yo tampoco, es más, creo que me la acabo de inventar. Pero no por ello es menos verdad. Ven a mi piso, juro no tocarte.
- Dijo el violador.
- No vengas si no quieres, pero morirás de curiosidad, niña.
- ¿Niña?
- ¿Cuántos tienes? ¿18. 19, 20?
- Por ahí, ¿tú?
- 29. En la flor de la vida.
Julia lo había supuesto. Y también sabia desde hacia 5 minutos que iba a ir al piso de aquél no-bohemio. Y no tenía miedo, sólo una infinita curiosidad por saber lo que la quería enseñar.
- Bueno, - se impacientó el chico- ¿vienes?
- ¿A ser tu musa?
- A ser mi puta. - se rió. Silencio.- No venga, a ver mis cuadros.
- ¿Eres pintor?
- Soy un novato, nena. Pero sí.
- ¿Igual que poeta?
El no-bohemio hizo un aspaviento.
- Eso era broma, ¿lo tomas o lo dejas?
- Vamos a ver si eres un violador o un gilipollas.
- Eso es, chica, con carácter. 
Anduvieron sin hablar durante un buen rato. Julia ni siquiera estaba preocupada, si hubiera querido violarla o tocarla, ya lo hubiera hecho. Aparte, tenía la suficiente confianza en si misma cómo para saber cómo huir ante situaciones de peligro. Su mala cabeza y sus ganas de cambio de aires, la había llevado a alguna que otra situación difícil. 
Adoraba su Barcelona. Ese centro histórico de la ciudad con rubios guiris y puestos en la calle. Con pintores anónimos y con esa magia, que sólo tiene una ciudad. Tampoco le disgustaba su compañero. Con unos ojos desgastados, alto y bien hecho, porque detrás de esa simple camiseta marrón se veía que tenía el torso bien curtido. Despeinado de tal manera que se veía que ese peinado tan 'casual' le había llevado cerca de diez minutos.
Julia se rió, claro que no era un bohemio. Era un niño rico rebelde. Su colonia era Armani, y sus zapatos no eran de una tienda cualquiera exactamente. 
- ¿De qué te ríes? - La observó. - Bueno, no contestes mejor. Es aquí.
Subieron tres pisos y llegaros a un pequeño estudio, no grande pero si bonito, en pleno centro. Alquiler elevado. 
Julia hizo un examen del lugar. Todo demasiado colocado para ser un hombre, cama hecha, cocina limpia fregadero despejado. Salvo dos pares de zapatos no habia ninguna prenda de ropa, y sobre el falso ladrillo había dos cuadros; uno de un paisaje, otro de dos mujeres desnudas de espaldas mirando al horizonte. Era bonito, pero clásico, nada que despierte el interés de una cría de 16 que había visto pocos museos. Sobre el sofá había CD de Pereza. 
Eso estaba bien, pensó Julia. Más Cd: Frank Sinatra, Estopa, Coldplay. Gustos variados. Por no hablar del gran póster que Julia descubrió al lado de un armario: The Beatles. No escuchaba música muy agresiva, cómo Julia había supuesto, ni Rock, ni Heavy Metal, ni nada movido. Ni siquiera música dance.
- ¿Vamos arriba?
Subieron unas pequeñas escaleras en forma de caracol. Aunque la casa no era grande, se veía que no era una casa barata. Un loft de soltero, eso sí.
Cuándo subieron Julia se quedó asombrada. Todo estaba lleno de lienzos, muchos a medias. Muchos en blanco. El suelo lleno de botes de pintura, y de pintura a secas. Todo sucio y limpio. Todo bello, natural.
- ¿Ves? ¿A que no está tan mal?
Julia se fijó en los cuadros, la mayoría eran ojos, o paisajes. Había algún desnudo, pero pocos. Era bueno, no profesional, pero tenía esa cualidad que deben tener los cuadros para tener existo, y no es perfección, se llamaba talento.
- ¿Y bien? -Se acercó el no-bohemio-pintos, Julia pensó que debía ponerle otro mote pues ese empezaba a ser demasiado largo y no pensaba llamarle Roberto, porque dicen que a los perros en cuanto les das un nombre les coges cariño-. ¿Te gustan?
- Mucho. Eres bueno.
- Intento perfeccionarlo.
- La perfección está en no ser perfecto. ¿Y tú sabes de quién es esta cita?
- No.
- Yo también me la he inventado.
Ambos rieron, y ambos se fijaron en la risa del otro. Química, conexión.
- ¿Posarás para mí?
- No soy gran cosa.
- Estoy de acuerdo- dijo el pintor-, pero tienes algo que quiero plasmar en el cuadro.
Julia, ofendida por el 'estoy de acuerdo' pensó en qué sería lo que el bohemio-idiota querría plasmar.
- ¿Seré tu musa o tu puta? A lo primero acepto, a lo segundo rehuyo.
- A lo segundo ya lo desearás y me lo pedirás, pequeña.
Ambos se quedaron mirando. Y ya no hubo más palabras en la habitación. Él la agarro de la cintura mientras a ella se le erizaba el vello. La movía despacio, con cautela hacia el sillón. Julia estaba nerviosa, y excitada. Y terriblemente cachonda. Aquél hombre tan masculino, con ese toque guasón  hacía que su cuerpo la pidiera mucho más.
Roces, contactos, para al final solo sentarla y marcharse. Julia quería que el volviera, se lanzara contra el sillón y la poseyera.
Él volvió, sin jersey, pero con un lienzo y pinceles recién lavados. Empezó a pintarla, y ella no sabía como colocarse. él puso música y ella, simplemente, cerro los ojos y echó la cabeza atrás, tumbada en el salón. Notó los pasos de él y abrió los ojos. Él se llevo el dedo índice a la boca, y esa misma mano, bajó hasta la camiseta de Julia. Una vez allí robó esa prenda de ropa al cuerpo de la muchacha. Ella sorprendida, esperó a que él se tumbara encima y se lo hiciera, pero el bohemio-idiota volvió a su sitio y continuó pintando.
Él terminó después de una larga media hora, dio la vuelta al cuadro. Se vio a ella, sensual, abandonada en si misma. Se vio imposible, irreal.
Ambos se quedaron mirando, ambos con los torsos desnudos.
La habitación olía a sexo, y a algo de Armani.
Él la lanzó la camiseta y ambos salieron del apartamento. Aun sus bocas no se habían abierto, hasta que Julia, una vez en la calle hizo dotes de su gran impaciencia:
- ¿Y ya está?
- ¿Qué más quieres? ¿Que te haga un mural? - Se rió el bohemio-Armani.
- Hablaba del sexo, cariño.- Sin pelos en la lengua, ni miedos de quedar en ridículo. Ella sabía el cuerpo que tenía, los deseos que provocaba. La seguridad que te da un cuerpo curtido, y una cara bonita.
- No me lo hago con mis musas.
- Será que tus musas no se lo hacen contigo.
- Nunca hay sexo después del arte. Aunque, nena, contigo el sexo debe ser arte.
- ¿La frase también es tuya? - Julia odiaba no tener lo que quería. - Mira, yo me largo, esto ha sido una pérdida de tiempo, quema mi cuadro o mejor, consérvalo, porque no tendrás otro.
- Espera, te llevo a casa.
- La musa se va en su manto celestial. Hasta luego, estúpido.
Julia abandonó la casa de ese bohemio-no-follo-con-musas con algo removiéndose en su interior.
Roberto entró en el apartamento, buscando el aroma de la chica, debía encontrarla de nuevo y saber el nombre del perfume. Y pasar más tiempo con su musa, esa musa que quería ser su puta.
Dos personas diferentes, de intereses diferentes, de pensamientos diferentes. Pero tienen algo en común, ambos olían a sexo prohibido.


2 comentarios:

  1. Me ha gustado un montón, en serio, qué grande eres! Me ha gustado también la frase de los perros que si le pones nombre le coges cariño XDD Chao, espero que sigas escribiendo cosillas ^^

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  2. Ni siquiera see si seguir con esto un poco más..

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