lovely, you are lovely.

lunes, 28 de mayo de 2012

Esa loca bohemia de las calles de Bulgaria.

Pobre prostituta que creía en el amor. 'Tengo que creer, vivo vendiéndolo' decía ella cada vez que le preguntaban porque teniendo esa profesión seguía esperando a aquel que la vuelva tonta, si ella tendría que seguir poniendo tontos a otros. Esa pequeña leona, enjaulada en un zoo llamado sociedad. 'Sólo tengo miedo a que no me quieran, a que no deseen que les venda amor' aseguraba la chica, 'sé que a los diecisiete años mi cuerpo es joven y lleno de vitalidad, mis curvas son deseadas, pero a lo mejor no les gusta mi pelo, o mi sonrisa, a lo mejor me ven muy cría'. Inocente, ingenua, niña, muy niña aún. Pequeña, sólo quieren lo que quieren, no compran tu sonrisa, pues te la ensucian cada vez que te quitan el sujetador. Sólo ven una muñeca en ti, el morbo de que eres menor, el morbo de que eres ilegal.
Eso es, princesa de la calle, lo que haces está mal. Te digo lo que te no te dice esa vieja huraña que dice acogerte, esa que cuándo no llegas con suficiente dinero te grita 'mala puta' todo lo que dura tu recorrido del salón de encuentro a tu miserable cama. Aunque luego venga pidiéndote perdón, diciendo que eres una niña preciosa, y por eso te comparte con manos de hombres, algunas veces hasta mujeres, porque seria de egoístas guardarse la belleza para una sola. Y tú te lo creías, 'ella limpia mis lágrimas, y enjuaga mis heridas cuándo algunos amigos suyos me hacen daño sin querer' no, ella produce las heridas, esos amigos suyos son malos, ni siquiera son amigos, son clientes. Dinero. Dinero, dinero.
Pobre prostituta que no sabía lo que era, vendedora de amor a la que solamente la compraban sexo. Dices que has conocido a un 'amigo' de la Madame, que te trata bien, no te ha hecho daño. Dices que no quiere comprarte, que quiere tenerte y cuidarte. Que quiere darte amor, 'amor gratis, no sabía que eso existía'.
Y ese soy yo, y aquí estoy, loco por tus huesos, por esos sujetadores negros que ya ni te quito, porque tu compañía ya basta, no necesito tu cuerpo hasta que no quieras dármelo. Venga, Leona, escapemos del circo, vente conmigo a la selva. Seamos dos bohemios borrachos de amor, regalándose el uno al otro.
Déjalo todo atrás, aférrate a mí y vamos a caer. Voy a cuidarte, voy a quererte, voy a darte todo el amor que quieras, pero no vuelvas a venderlo. Yo te lo compro. Te compro las sonrisas, los abrazos y los besos, las caricias, los suspiros y el placer, te compro tu cuerpo, tu risa y tu mirada.
Esa loca bohemia de las calles de Bulgaria, a quién vendí mi amor, a quien compré lo abstracto, esa, ella, la pequeña leona, dejó de creer en el amor, desapareció cuatro meses después de nuestra huida dejando una nota muy simple:
 '' Voy a vender todo el amor que me sobra''





















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