lovely, you are lovely.

viernes, 22 de marzo de 2013

Inocencias que matan.

La inocencia es una virtud, es la mejor virtud de todas. ¿Y quién puede obtener tan privilegio? Los niños. Esos mocosos que manchan, que gritan, que dan dolor de cabeza, que aunque su madre te mire con asco porque acabas de llegar descalza, despeinada y agotada de una fiesta, te saludan por la mano por la calle. Ellos no tienen enemigos, piensan que las ojeras son rojo y azul mezclado debajo de tus ojos. Piensan que andas descalza porque es divertido, y qué estas agotada de tanto reír. 
Cuándo te ven, ven lo bonito de ti, ¿qué saben ellos de todo lo que hemos fallado? Ellos se alegran de que hayamos invertido cinco segundos en dedicarles una sonrisa, en hacerles una mueca. Y nos lo compensan, de la manera más bonita, un regalo para los oídos son esas risas que sueltan esos renacuajos. 
¿Por qué cojones crecerán? 
¿POR QUÉ COJONES CRECEMOS?
Cuándo pasas por al lado de la gente y ni te miran, ni les miras, ni haces sonreír a nadie. Cuándo sabes ya demasiado sobre todo cómo para apreciarlo. Cuándo no sabes lo que pasa y lo ves mal.
Cuándo ves tantas miradas perdidas, tantas sonrisas vacias y tanto tiempo malgastado. ¿Cuándo dejamos de  apreciar los detalles? ¿Cuándo, decidme cuando, hemos dejado de creer en la magia? 
Preferimos los días de lluvia para tener excusas para encerrarnos en casa, perdernos del mundo, ver una puta película, o leer un jodido libro, escuchar una maldita canción para ver si sentimos algo.  Porque nosotros ya no queremos bajar al parque. 
No queremos soñar, ni imaginar ni hacer nada por nuestro propio camino.
Cuándo ya no somos inocentes, cuándo lo perdemos todo.
Cuándo nos perdemos a nosotros mismos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario